viernes, 8 de mayo de 2015

Museo Convento de San Diego



Tiene gran riqueza en lienzos, esculturas y decoraciones. Las obras llevan el talento de la Escuela Quiteña del siglo XVIII. El convento de San Diego era la antigua recoleta de la orden franciscana. Sus paredes guardan preciosos lienzos con alegorías a la pasión de Cristo, a la asunción de María y a la vida de castidad y pobreza de santos como Francisco de Asís y Diego de Alcalá, patrono del convento.


Encontramos obras prodigiosas del arte religioso del convento de San Diego (siglo XVI), tres sobresalen por su originalidad y valor histórico. Un Cristo agonizante, hermanado a la leyenda del padre Almeida; un cuadro atribuido al afamado El Bosco (nacido en Holanda, en 1 450); y la última cena, de gran formato, de Miguel de Santiago, en la que se ven  junto a Jesús  un cuy asado en la mesa y un plato de humitas quiteñas (una joya fantástica del sincretismo colonial).


En las cuatro salas de arte Barroco, El Bosco, Vírgenes y Ángeles abundan las imágenes de tamaño natural y óleos de los siglos XVI, XVII y XVIII, varias de la orden franciscana, ya que San Diego pertenece a esa grey. 

La sola concepción arquitectónica del Convento de San Diego ya es un referente patrimonial. No obstante, al interior las joyas son mayores. Como el artesonado de estilo mudéjar que adorna el cielo raso del presbiterio. El púlpito principal de la iglesia también es tesoro. Su ornamentación guarda la impronta del barroquismo del siglo XVIII y su diseño presenta un cáliz junto a una vid que asciende entre columnas salomónicas.  



El complejo religioso de San Diego ofrece a sus visitantes uno de los recorridos más completos por una edificación colonial, con obras que llevan el talento de la Escuela Quiteña, pues el visitante tiene la posibilidad de conocer la sacristía, el templo, la capilla exterior, el osario detrás de la iglesia, cuatro patios del convento, el refectorio, las celdas de los religiosos, el campanario y la sala de Profundis con el refectorio o comedor es otra obra extraordinaria, con delicada pintura mural sobre la madera y un sencillo pero encantador marco de piedra.


Caminar por los anchos zaguanes coloniales, flanqueados de gruesas paredes de adobe, es una travesía de misterio y contemplación. Las cuales deberían ser visitadas y valoradas por los ciudadanos ecuatorianos.

Dirección: Calicuchima No.117 y Farfán.  
Horarios de Atención: Lunes - Sábado, de 09h00 a 13h30, 14h30 a 17h00. 
Costo: $ 2 Extranjeros/ Adultos    $ 1 Estudiantes, $ 0.50 Niños / 3ra Edad



 


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